El poder anticáncer de las emociones: Porque?

Publié le par drboukaram

Me gustaría decir que yo procedo de una era científica en la que se creía que los genes crean en nosotros todas las enfermedades, ya sean de naturaleza física o mental, y que por tanto estamos todos destinados a ser únicamente lo que los genes previamente nos han programado que seamos, sin control alguno por nuestra parte en relación con nuestro destino. Hoy día, aunque creo en la existencia de un vínculo entre lo físico y lo mental, quiero señalar que no caigo en el extremismo de derechas diciendo que la mente es más fuerte que la materia, que el estrés produce cáncer (que el estrés sea el origen del cáncer) o que se puede frenar un cáncer sin tratamientos médicos o con un pensamiento mágico o positivo. Pienso que este tipo de creencias puede ser nocivo para los pacientes (puede generar culpabilidad o una presión para permanecer « positivos »). Además, nunca he visto a un paciente curarse sin tratamientos médicos. La primera vez que comprendí lo que verdaderamente significa estar afectado de un cáncer, fue cuando dos amigos míos muy cercanos desarrollaron tumores cerebrales en plena juventud. Por primera vez en mi vida, y en mi profesión, contemplé de cerca la desesperanza que experimentan los pacientes al recibir el diagnóstico. Capté lo que se siente antes y después de la conversación con el médico. Hay distintas reacciones posibles de las personas ante el anuncio del diagnóstico. Los hay que pueden dejarse « abatir ». Hay otros que, a la vez que aceptan la muerte, van a querer, ser actores en su proceso de salud – y no quedarse pasivos ante esa suerte. En inglés existe una palabra que traduce esta actitud: el « empowerment » [empoderamiento]. Mi amigo eligió hacerse cargo de sí mismo, se puso a investigar por Internet y me hizo preguntas acerca de tal o cual técnica, me pidió mi opinión sobre la posibilidad de recurrir a uno u otro producto. Así fue como emprendí mi propia investigación para intentar orientarlo y orientar a otros pacientes míos que a menudo se encontraban en la misma situación para que no tomaran decisiones desacertadas. Las estadísticas demuestran que hasta un 80 % de los pacientes utilizan tratamientos no convencionales y que el 50 % de ellos se lo ocultan a su médico. Esto puede ser peligroso. Por añadidura, muchos pacientes abandonan el sistema convencional y caen en manos de charlatanes que les prometen curas mágicas. Los pacientes utilizan sistemas no convencionales porque sus necesidades no se ven colmadas por el sistema convencional. Los pacientes sufren físicamente, es cierto, pero sufren también psicológicamente, socialmente, existencialmente… De hecho, el sufrimiento se extiende a todas las esferas de su vida y esto les crea un desequilibrio importante. Desde hace unos años, existen pruebas importantes de que la depresión y la sensación de desamparo aumentan los efectos secundarios, dañan no solo la calidad de vida de los pacientes, sino también su cantidad de vida. Y hay pruebas que el estrés puede aumentar la proliferación de los tumores.

Así pues, ha nacido un nuevo movimiento en la oncología llamado Oncología Integrativa. Este movimiento está adquiriendo mucha amplitud y se está ofreciendo desde hace diez años en las más grandes instituciones de oncología, como el Memorial Sloan Kettering Hospital, en Nueva York, el M.D. Anderson, en Texas o la Clínica Mayo en Minnesota. Según la Oncología Integrativa, es importante no solo el hecho de tratar los tumores sino, además, los cuidados a la persona completa, tratándola como un todo, en su integridad, como una entidad biológica, psicológica y social (según un modelo biopsicosocial de la salud). En estos grandes centros se llevan a cabo investigaciones sobre el vínculo entre estrés y cáncer, y se prueban herramientas complementarias como el yoga, la hipnosis, la meditación, para demostrar sus beneficios para la salud y guiar a los pacientes hacia esas herramientas, en vez de dejar que caigan en manos de charlatanes. Según la oncología integrativa, existe una conexión entre el cuerpo y el espíritu (que es una conexión, no una autopista). Así se pueden dar tratamientos convencionales con una finalidad curativa y combinar al mismo tiempo tratamientos complementarios para mejorar la calidad de vida y de este modo reforzar el terreno del individuo. Por consiguiente, se combina el « curing » con el « healing », para direccionar no solo la manifestación física de la enfermedad sino también a la persona que alberga e tumor y que debe vivir con esta enfermedad crónica. Finalmente, en cuanto a la relación entre el estrés y el cáncer, hay que aclarar un elemento primordial. Esta relación no es una causalidad. El cáncer es una enfermedad crónica que tiene varios factores correlativos y no una sola causa. La ecuación del cáncer descansa sobre el estilo de vida, el entorno y la genética. El estrés que se vive esporádicamente a lo largo de un día es normal e incluso puede ser beneficioso para el sistema. Algunas personas podrán vivir con estrés toda su vida y no llegar nunca a ser afectadas por un cáncer. Otras personas podrán verse afectadas por enfermedades cardíacas. El cáncer, como todas las enfermedades crónicas, es una enfermedad multifactorial y no tiene una causa única. La salud descansa en un equilibrio que es a la vez físico, emocional, spiritual y social.

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